Hace cuarenta millones de años en la resina coagulada de los árboles que contenían el ámbar fue cerrada una parte de ese mundo. La montañas de entonces, cuyos picos majestuosas cubrían el cielo hace mucho tiempo se convirtieron en el polvo. Aquellos mares secaron, y en su lugar se aparecieron unas llanuras y fértiles, que se convirtieron en las montañas y las valles en mares. El mundo en el ámbar no se había cambiado. Los animales que hace cuarenta millones de años no pudieron salir de las trampas pegajosas permanecieron momificados en él. Hasta ahora, se encuentra en el ámbar los pétalos de flores cuales cayeron al final de la primavera y las gotas de la lluvia de otoño. La majestuosidad de esta edad a veces puede ser intimidante, sin embargo, si nos fijamos en la piedra podemos ver en él las historias muy contemporáneas.
Con las alas extendidas y las antenas al frente una pequeña diptera se ve como una fantasma nocturna. Las condiciones que dominaban durante la coagulación de la resina hicieron que todo el cuerpo del insecto está cubierto con un sendimiento blanco.
Todos los que tienen su propio jardín, incluso un pequeño, saben cuanto trabajo requiere su mantenimiento. Este pequeño jardín fue creado hace por lo menos 40 millones de años y a pesar de que nadie lo mantenía desde entonces funciona bastante bien.
Una pequeña araña congeló acechandose, listo para saltar, concentrado. Como un superhéroe o el asesino escondido en un callejón oscuro.
La niebla gradualmente desaparecía. Se retiraba al bosque revelando todoas las formas escondidas por la noche. La gota de rocío que fluyaba por el tronco del árbol se quedó dentro de un hueco de la resina.
Ese día llovió. Decenas de gotas de agua microscópicas coagularan en el ámbar. Una hormiga no regresó al hormiguero. ¿Se ha decidido a una carrera sola?
Envuelta en las alas suaves parece esperar hasta que alguien despierta su belleza.
Un insecto inundado en la resina probablemente intentó por un tiempo luchar. Fue cerrado en un sólido del ámbar en una pose antinatural. De su silueta se parece a un caballo que está galopeando.
El flujo abundante de la resina secuestró un fragmento considerable de la corteza del árbol. Encerrado en el ámbar deriva como un pedazo de tierra en el océano vasto.